mapa-suelo-paisaje. Irene Grau, Daniela Libertad y Clara Montoya.
Para el cierre de la temporada 2018-2019, NF/ NIEVES FERNÁNDEZ presenta la exposición mapa-suelo-paisaje, con Irene Grau, Daniela Libertad y Clara Montoya. Las obras reunidas se organizan por la comprensión y el debate, a partir de miradas múltiples, acerca de la fluidez de un territorio, concepto que en cambio se establece por cierta rigidez ontológica.
El territorio está comúnmente asociado a la idea de un espacio que se define por sus límites o fronteras y cuyas fronteras, a la vez, se definen por la pertenencia o la exclusión. Dentro de la infinidad de atribuciones que pueda tener un territorio, se suele entender que el mismo será tanto físico como mental, geográfico o imaginario, incluso idealizado o inalcanzable, desde un origen psicológico, político, social o cultural, dentro de una identidad colectiva o individual de naturaleza pública o privada. El territorio es en sí tanto algo que se establece por la inflexibilidad de su limitación, como por la complejidad de elementos que lo definen y lo componen. Desde el espacio que uno reclama para sí o que impone a otro, ya sea congregando o segregando, hasta la porción de tierra que decidimos establecer o la zona mental a la que atribuimos un propósito, parece haber un territorio para todos y cada uno.
La propuesta asume, asimismo, la necesidad de reunir un conjunto que obras que puedan recorrer, demarcar o borrar estas fronteras, explorando los límites del espacio expositivo y abrir un diálogo de libre circulación entre artistas, galería y público.
En este sentido, los trabajos de Irene Grau, Daniela Libertad y Clara Montoya abundan sobre diferentes acepciones e interpretaciones de la idea propuesta y, al utilizar medios y técnicas variadas, ahondan el debate hacia la comprensión de las construcciones sociales que fundamentan un amplio paisaje de relaciones.
Irene Grau (Valencia, 1986) presenta “sobre lo que resta”, un proyecto desarrollado a lo largo de año y medio a partir de un paseo por los bosques de Tourón, Galicia, arrasados tras los incendios de octubre de 2017. Partiendo del escenario de desolación resultante de las acciones humanas que especulan con la tierra, el bosque autóctono y la producción de madera, Irene traslada esa idea de reducción del paisaje al campo pictórico.
Para ello, utiliza únicamente las cenizas recogidas y las transfiere a la superficie del lienzo a partir de técnicas indirectas que a su vez responden metodológicamente a la idea de lo que resta. Generando una serie de pinturas monocromas orgánicas que, conceptual y formalmente, traducen las relaciones del hombre con su entorno y de la artista con su proceso creativo marcado por la exploración y acción espacial, a través de elementos performativos en su concepción y ejecución.
En contacto directo con el suelo y presentando todas ellas un formato vertical, las pinturas conectan de manera paralela con la horizontalidad del terreno, el lugar en el que se depositan las cenizas, y con la verticalidad estructural del bosque, reducido ahora a sus restos. La pintura es aquí lo que resta, no sólo del bosque sino también del propio proceso pictórico, en una constante reducción material que desgasta la superficie y la acerca a aquello que está a punto de ser nada. Un gesto que finalmente replantea los territorios por los cuales se conciben las obras, abriendo al espectador la posibilidad de conectar, contemplar y cuestionar tanto sus procesos políticos y sociales, como las acciones artísticas.
A Clara Montoya (Madrid, 1974) le interesa la posibilidad de establecer la percepción de que un territorio pueda estar disociado de la noción de pertenencia. Al cuestionar los procesos de demarcación territorial que estén identificados por una frontera entre lo que es “mío” o “tuyo”, la artista plantea cuestiones acerca de la posibilidad de que la espacialidad no sea de nadie por el simple derecho de ser propio, de sí mismo, y no porque nadie lo reclame como suyo. La conquista y la posesión de un lugar, de la Tierra o de un paisaje se contraponen a la idea de que estos mismos conceptos puedan ser y estar, revolucionaria y salvajemente, libres por sí mismos.
El conjunto de piezas presentadas en la exposición relaciona el concepto de territorio con su elemento más primordial, la materia. Trabajando elementos esenciales, como la piedra y el metal, Clara Montoya revisita la liberación del territorio y de la tierra a través de metonimias visuales que friccionan la materia marcada por el tiempo, por procesos naturales y por la intervención de la artista.
Las obras de Daniela Libertad (Ciudad de México, 1983) tensionan la noción de territorio a través de una percepción que es, a la vez, intangible y cuotidiana. El uso de diferentes soportes permite a la artista confrontar elementos inmateriales y formas geométricas con objetos comunes y el propio cuerpo de la artista, explorando tanto el carácter místico y etéreo de estos componentes, como aspectos concretos como peso, densidad y tacto. En estos ejercicios de tensión, la artista dinamiza la mezcla entre terrenos aparentemente opuestos, entre lo físico y lo mental o lo abstracto y lo figurativo hacia un estado de equilibrio precario entre las partes que, finalmente, nos informa sobre una condición frágil y banal de nuestra percepción sobre la poesía cuotidiana.