MAURO GIACONI. UN POCO CON TUS OJOS
27 ABRIL - 24 JUNIOTararear una melodía, recordar la letra de esa canción, repetir haciendo tamborilear los dedos su ritmo, silbar bajito mientras caminamos o realizamos una tarea monótona… gestos pequeños que hacemos de forma disimulada, intentando no desvelar nuestras intenciones ni pensamientos.
[Mmm mmmm mmmm
Tititi ti tititi tiiit tiit]
Darnos cuenta de que la letra de una canción nos recuerda otro momento, otra acción que tuvo importancia y permanece aletargada en nuestra memoria. Escuchar o leer esa frase o ese título en otro discurso y saber que seguramente compartimos un imaginario común con quien dice o escribe ese verso ahora descontextualizado.
– ¿te acuerdas: “como si fosse solido” na na na na na?
– Ahhh, si! Chico Buarque! “Construção”[1]
– Es una canción que parecía una premonición oscura para toda América.
– Como los cantos de la chilena Violeta Parra [seiscientos gramos un kilo][2], realidad que luego actualizará Víctor Jara [mi canto es de los andamios][3]
Fue la realidad para muchos que tuvieron que dejar sus casas, esconder sus ideales, construir nuevas realidades en otros lugares. Exiliados, que van y vuelven como nos cuenta Benedetti en su novela Andamios.
Disimular que sabes una canción. Cantarla en clandestinidad. Vivir infiltrado para sobrevivir. No ser lo que se parece. Camuflar el alma, pero también camuflar el arma.
Los andamios, esas estructuras provisionales, de apariencia frágil y ligera, pero de anclajes firmes. Su uso se documentó por primera vez mil años a.C. levantados por los ejércitos chinos para poder asaltar las murallas enemigas de manera masiva. Aunque, de alguna forma, debieron existir otros armazones para elevar piedras, levantar muros de grandes edificaciones, aún simbólicas de grandes poderes, como las pirámides.
Pero quien se subía y se sigue subiendo a los andamios es el obrero. Es la mano de obra frágil y ligera. Es el campo también para la lucha anarquista, la construcción que parece destrucción. Emma Goldman, era la enemiga pública número uno de E. Hoover, jefe del FBI. Definió “la palabra como arma”. Defendió que “Una personalidad perfecta, por tanto, sólo es posible en un estado social donde el hombre sea libre para elegir el modo de trabajo, las condiciones de trabajo y la libertad para trabajar. Una sociedad para la cual la fabricación de una mesa, la edificación de una casa o labrar la tierra, sea lo que la pintura para el artista o el descubrimiento para el científico; el resultado de la inspiración, de un intenso anhelo y un profundo interés en el trabajo como una fuerza creativa. Siendo ése el ideal del anarquismo, la organización económica debe consistir en una asociación voluntaria de producción y distribución, gradualmente desarrolladas dentro de un comunismo libertario, el mejor medio de producir con el menor gasto de energía humana. El anarquismo, sin embargo, igualmente reconoce el derecho del individuo, o un grupo de individuos, para fijar en cualquier momento otras formas de trabajo, en armonía con sus gustos y deseos”[4].
Ideales sólidos que en Latinoamérica se disolvían en el aire. Argentina[5] y Uruguay[6] migraban para no ser desparecidos. Y a veces volver, y sentir “que si ustedes son la patria, yo soy extranjero”[7].
Disimular que sabes una canción. Cantarla en clandestinidad. Vivir infiltrado para sobrevivir. No ser lo que se parece. Camuflar el alma, pero también camuflar el arma.
Compartimos ser hijas de esta lucha, ser herederos y al mismo tiempo organismos migrantes en tránsito, disimulados. Crecer rodeados de historias que no se podían contar públicamente, con canciones que se cantaban en voz baja. Crecer tomando conciencia crítica, sabiendo que el gesto es necesario para que pueda existir la posibilidad de vencer. Aunque parezca, como el arte, que tiene un cierto grado de insensatez:
“El futuro llegó hace rato
Todo un palo, ya lo ves
Veámoslo un poco con tus ojos
El futuro ya llegó”[8]
Ahora, en el presente que es el futuro, Giaconi hace solido lo frágil, muestra lo que necesitamos que vean, con los recursos que tenemos a la mano, para hackear el sistema, para transformar los consensos de la percepción, también sobre lo material: andamios hechos de grafito y papel.
No ser lo que se parece. Camuflar el alma, pero también camuflar el arma.
Esta estrategia que ya hizo con bolsas que parecían piedras, con utensilios y vasijas presentados como si fueran restos arqueológicos hechos de pan, con escombros falsos entre los escombros reales de un terremoto, con herramientas de barro… es la de todos los objetos que funcionan como una metáfora oculta, presencia resistente y resiliente en la misma cosa, como células durmientes para una revolución futura. Un arsenal de herramientas poéticas camufladas en el que se toman simbólicamente las herramientas del amo[9].
Dan ganas de dejar de observar la estructura desde fuera. Dan ganas de agarrar el tubo de metal y hacerlo resonar en los andamios y en las escaleras. Dan ganas de, desde ese centro en el que podemos penetrar para perdernos en la lectura, juntar todas las letras de canciones de un imaginario que se cuela entre los dibujos sobre papeles de periódicos libertarios antiguos y pruebas de imprenta.
Como en los cantos de trabajo, alzar la voz colectivamente. Intentar liberar el “intelecto general” como reclama Zizek[10] para solucionar la irresolución comunista y tener todo nuevo por hacer, más allá del capitalismo.
Mauro me cuenta que él también lo ha escrito en sus notas para la exposición: “Canto al unísono que si se canta más fuerte se podría hacer realidad”.
Y así, del susurro callado, un poco con tus ojos, llegar a cantar juntas.
Marta Ramos-Yzquierdo
en diálogo con la muestra “Un poco con tus ojos” de Mauro Giaconi, Galería NF/NIEVES FERNÁNDEZ, abril de 2023.
[1] Chico Buarque “Construção”, 1971.
Dictadura brasileña 1964-1985
[2] Violeta Parra, “El diablo en el paraíso”, 1965.
[3] Víctor Jara, Manifiesto, 1974. Dictadura chilena 1973-1990.
[4] Goldman, Emma, “Anarquismo. Lo que realmente significa. 1911”, La palabra como arma, Terramar Ediciones, Buenos Aires, 2010. Publicación que recoge los escritos de la autora entre 1906 y 1940.
[5] Dictadura argentina 1971-1986.
[6] Dictadura uruguaya 1973-1985.
[7] Sui Generis, “Botas locas”, 1974, letra de Charly García.
[8] Patricio Rey y sus Redonditos de ricota, “Todo un palo” 1987. Como Spinetta, que ya era referente de lucha durante la dictadura, fueron los grupos de rock argentino fundamentales para la generación que aún eran niños en la guerra de las Malvinas.
[9] Hester, Helen, Xenofeminismo: tecnologias de genero y politicas de reproducción, Caja Negra Editora, Buenos Aires, 2018.
[10] Zizek, Slavoj, La vigencia de El manifiesto comunista, Editorial Anagrama, Barcelona, 2018.